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LABORATORIOS DERMATOLÓGICOS DUCRAY
El ácido hialurónico es una sustancia que se encuentra de forma natural en numerosos tejidos y órganos del cuerpo humano, como en la dermis, cartílagos, líquido sinovial, ojos, entre otros.
Una de sus propiedades más importantes es la capacidad para atraer y retener el agua, lo que hace que esos tejidos se mantengan en buenas condiciones. Gracias a esta capacidad el ácido hialurónico es un componente clave para el buen funcionamiento de la piel y muchos de nuestros tejidos.
En el campo de la belleza tomó relevancia cuando comenzó a implementarse como ingrediente en tratamientos estéticos y rellenos dérmicos, gracias a sus grandes propiedades antiedad.
A pesar de que nuestro cuerpo lo produce de manera natural, se ha comprobado que aplicarlo en tratamientos cosméticos proporciona grandes beneficios para la piel. Con el tiempo el ácido hialurónico disminuye progresivamente, lo que provoca pérdida de elasticidad, firmeza y aparición de flacidez y arrugas.
La disminución del ácido hialurónico en cartílagos y articulaciones provoca rigidez, lo que provoca dolor durante el movimiento secundario al roce con los huesos.
El ácido hialurónico en las articulaciones ayuda a evitar que se produzcan fricciones dolorosas, en los cartílagos funciona como reconstituyente y en la piel actúa como agente hidratante y de soporte para que mantenga su elasticidad.
Esta sustancia ayuda a reparar la piel y luchar contra los signos visibles del envejecimiento, como líneas de expresión y arrugas, aporta volumen, forma, luminosidad, firmeza, grosor y flexibilidad a la piel.
El ácido hialurónico estimula la producción de colágeno y elastina que ayudan darle soporte a la piel, a prevenir o a reducir líneas de expresión, arrugas y a combatir las señales de piel cansada y envejecimiento.
Las propiedades del ácido hialurónico son espectaculares debido a que es capaz de retener la humedad. Una sola molécula puede contener hasta mil veces su propio peso en
agua y un gramo hasta seis litros de agua. Esta propiedad es la que ayuda a mantener la piel hidratada.
Cuando somos jóvenes nuestra piel retiene el agua y mantiene el equilibrio adecuado de este líquido; sin embargo, con el paso del tiempo, la producción natural del ácido hialurónico se reduce y provoca pérdida de firmeza y volumen, generando envejecimiento de la piel.
Alrededor de los 30 años, la piel comienza a sufrir cambios y es cuando pueden notarse los primeros signos de envejecimiento como líneas de expresión y arrugas.
Entre los 40 y 50 años el principal problema de la piel es la flacidez y la pérdida de volumen, así como la reducción de los contornos faciales. Después de los 50 años se genera pérdida de elasticidad y la profundización de arrugas.
La piel hidratada es más firme, elástica y tiene luminosidad. El ácido hialurónico actúa como una especie de esponja capaz de retener grandes cantidades de agua en la piel, lo que le aporta volumen, reduce arrugas y líneas de expresión.
Otro más de sus beneficios es que le brinda a nuestra piel una apariencia saludable, traduciéndose en una correcta estructura y una reparación celular.