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Al tacto, ya no es lisa, sino áspera, a veces incluso rugosa, y su flexibilidad ha disminuido. Se descama finamente (esto es lo que se llama una descamación) y entonces se ven en su superficie pequeñas escamas finas, que parecen pequeñas cascarillas.
Esta sequedad lleva asociada una incomodidad de la piel, tirantez, hormigueo, incluso picor.
Sus causas son múltiples: