En el caso de la hiperhidrosis localizada, la iontoforesis permite limitar la producción de sudor mediante la difusión de una ligera corriente eléctrica en la superficie de la piel.
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El tratamiento de la hiperhidrosis por iontoforesis consiste en meter durante 15-20 minutos las manos o los pies, en función de la zona afectada por la sudoración excesiva, en recipientes llenos de agua y atravesados por una ligera corriente eléctrica regulada por una máquina especialmente dedicada a este fin.
También se puede recurrir a la iontoforesis para tratar la hiperhidrosis axilar. El tratamiento se basa en el mismo principio, que consiste en colocar esponjas empapadas de agua y atravesadas por una corriente eléctrica bajo las axilas. Sin embargo, este método es menos preciso y eficaz.
La iontoforesis es indolora, a lo sumo se siente una ligera sensación de hormigueo. Se puede realizar tanto en casa como en la consulta del dermatólogo, si dispone de una máquina.
Es preciso realizar varias sesiones para iniciar el tratamiento y luego mantener sus efectos a más largo plazo. Se requieren de tres a seis sesiones semanales al principio y luego de una a dos por semana durante la fase de mantenimiento.
Suele ser necesario realizar unas diez sesiones antes de poder observar una mejora. Por lo tanto, para tratar la sudoración excesiva mediante la iontoforesis, es importante practicar las sesiones con regularidad.
Hay muchas hipótesis sobre los mecanismos de acción. Entre ellas, una obstrucción mecánica de las glándulas sudoríparas, o bien una disfunción a nivel de los estímulos.
Este tratamiento se propone en casos de hiperhidrosis moderada de las manos y los pies. Cuando se realizan sesiones con regularidad, las respuestas a este tratamiento suelen ser buenas.
En determinadas situaciones, la iontoforesis no puede indicarse. Cuando se está embarazada o se lleva un marcapasos, una prótesis o un dispositivo metálico intrauterino, este tratamiento no puede realizarse. En caso de duda, lo mejor es hablar con su médico.
