El prurito por estrés

El prurito es una sensación desagradable que todo el mundo conoce. Sin embargo, el origen de este varía mucho de una persona a otra. El prurito no dermatológico, también conocido como prurito sine materia, abarca un extenso grupo que incluye los pruritos sistémicos, neurológicos, psicógenos y demás pruritos de causa indeterminada. Conocer con más detalle el prurito por estrés permite comprender mejor las razones del rascado y mejorar el tratamiento de las personas afectadas.

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Contenido

Reconocer el prurito sine materia

El prurito debido al estrés se define como aquel prurito de origen no dermatológico, es decir, un prurito sin una lesión cutánea (como granos o placas) que lo explique. Eso sí, puede ir acompañado de lesiones cutáneas, a veces muy grandes, que aparecen como consecuencia del rascado. Puede ser localizado o generalizado, y afecta absolutamente a cualquier parte del cuerpo.
 

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¿Cuáles son las causas del prurito sine materia?

Las causas del prurito debido al estrés son muy diversas. Para tener una visión más clara, lo mejor es separar los diferentes pruritos por estrés en varias categorías distintas, según la causa del prurito sine materia.

Los pruritos sistémicos

Muchas enfermedades sistémicas, más o menos frecuentes, y más o menos graves, pueden ir acompañadas de prurito por estrés. Entre ellas cabe citar la colestasis, que es una enfermedad del hígado; la insuficiencia renal crónica; las hemopatías o enfermedades de la sangre, en particular, los linfomas; los cánceres; las enfermedades autoinmunes; las infecciones víricas o parasitarias; la diabetes; los trastornos de la tiroides; ciertas carencias micronutricionales, como la de hierro, etc.

En algunos casos, el prurito es el síntoma más molesto para la persona y es lo que le lleva a consultar a su médico de cabecera. Entonces hay que realizar pruebas adicionales para establecer el diagnóstico e instaurar un tratamiento adaptado a la patología en cuestión. En la categoría de los pruritos por estrés de origen sistémico, se pueden añadir todos los pruritos por medicamentos y el prurito del embarazo.

Los pruritos neurológicos

Estos pruritos por estrés se deben a un ataque al sistema nervioso a nivel central (ejemplo: esclerosis en placas) o periférico (ejemplo: herpes zóster). Existen otros tipos de prurito neurológico, por ejemplo los debidos a la compresión de los nervios. El prurito neurológico suele ir acompañado de otros síntomas molestos, como hormigueo, sensaciones de ardor o dolor.

Los pruritos psicógenos

También conocido como prurito nervioso, el prurito por estrés de origen psicógeno puede desencadenarse a raíz de un suceso que deja huella, como un duelo, un despido, la enfermedad de un ser querido... En ocasiones, la comezón nerviosa puede estar asociada a una enfermedad psiquiátrica, como la psicosis.

En este caso, el prurito puede ser el resultado de un delirio parasitario y ser muy duro para el paciente y su entorno cercano. El prurito psicógeno suele empeorar durante los periodos de descanso y, por ende, durante la noche. El estrés agrava el picor asociado al prurito psicógeno.

Los pruritos de origen indeterminado

En este grupo entran todos los pruritos por estrés cuyo origen ha resultado imposible de identificar, tras descartar todas las demás causas posibles. Uno de los pruritos por estrés más comunes presentes en esta categoría es el prurito senil, que afecta específicamente a las personas mayores.

En todos los casos, hay varios factores que tienden a favorecer el prurito por estrés: la sequedad cutánea, las condiciones climáticas, el estrés, el uso de productos de higiene y de cuidado inadecuados, la ropa ajustada...
 

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Aliviar la comezón derivada del prurito sine materia

El tratamiento del prurito sine materia depende del origen del prurito. No existe un tratamiento único ni una cura milagrosa. Es fundamental encontrar la causa del prurito por estrés para poder gestionarlo.

Sea cual sea la causa, se pueden adoptar unas medidas sencillas en el día a día para aliviar el picor de la piel: darse duchas rápidas con agua tibia, lavarse con un jabón supergraso, un syndet o un aceite limpiador, hidratar la piel con una crema hidratante rica en activos anti-picor, llevar ropa holgada de algodón y procurar relajarse para frenar el prurito debido al estrés.
 

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