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Desde 1660, Samuel Haffenreffner definió el prurito, o picor, como una sensación cutánea desagradable que provoca ganas de rascarse.
Este picor se llama « primario » porque no se derivan de una patología asociada, que genere picor del cuero cabelludo. Además, necesitan un tratamiento adaptado y, sobre todo, específico.
El picor (o prurito) aparece como uno de los síntomas más frecuentes del cuero cabelludo sensible. Más del 38% de personas que declaran tener el cuero cabelludo sensible, en Francia.
El cuero cabelludo es una zona muy inervada: hay alrededor de 600 terminaciones nerviosas por cm² de piel. Estas terminaciones nerviosas llegan a nivel de la piel (dermis y epidermis) y son activadas por estímulos tales como el calor, el frío, la presión mecánica ..., estímulos percibidos como una agresión externa por la persona que sufre de cuero cabelludo sensible. El mensaje elaborado, canalizado hacia el sistema nervioso central, se traduce al cerebro en forma de percepción sensorial. El picor, la tirantez, los hormigueos, el quemazón... Son sensaciones que provocan el rascado a nivel del cuero cabelludo.