A través de la pubertad, la adolescencia es un periodo de gran transformación que trastorna en poco tiempo el cuerpo y la identidad. Las hormonas afluyen, el crecimiento se acelera, los órganos sexuales se desarrollan, el humor es sensible… El adolescente se siente desorientado y entra en un gran periodo de construcción de sí mismo. Mientras que su confianza en sí se encuentra alterada, la mirada de los otros entra en juego y le perturba a menudo. Es por esto que, durante este periodo, le gusta particularmente fundirse en la masa, en la tribu de los juegos de su edad. Si presta atención a un adolescente entre su pandilla de amigos, observará que, a menudo, se visten de la misma forma. La imagen del grupo sustituye provisionalmente a la imagen personal del joven. Solamente, para fundirse en el grupo es necesario abordar los mismos códigos y, si es posible, no desmarcarse. Y es aquí cuando las cosas se complican con la aparición del acné. La imagen que uno se hace de sí mismo se ve fragilizada, incluso se degrada. Puede aparecer un sentimiento de vergüenza. Los padres deben estar atentos y no subestimar esta vivencia.
¿Qué hacer?
Recuerde esta ambivalencia entre el ser y el parecer.
Recuerde el aumento progresivo de las ganas de gustar.
En este periodo, nos sentimos observados y observamos a los demás. ¡La imagen que damos de nosotros ocupa una plaza enorme en las preocupaciones diarias! De donde las idas y venidas ante el espejo, los múltiples cambios de ropa, las ganas súbitas del último jersey a la moda, a fin de entrar en los códigos establecidos « del cool y del bien vestido ».
El deseo y la seducción entran en juego. Las referencias se deslocalizan: dejamos de apoyarnos en los códigos de nuestros padres (que incluso podemos rechazar súbitamente), sino que nos apoyamos en los códigos del grupo en el que evolucionamos.
Si usted consigue recordar la potencia de estos sentimientos, comprenderá aún mejor que la adolescencia de su hijo atraviesa un océano emocional tumultuoso y que su vivencia debe tomarse en consideración con amor, paciencia y benevolencia.
Un momento adecuado, en el que se encuentre a solas con su adolescente, sin ser molestados.
Aproveche una salida para ir de compras para tomarse un chocolate en un lugar acogedor, o una salida deportiva en dúo para hablar a solas, al volver en el coche, o las reformas en su habitación para hablar alrededor de una misma actividad.
Debe usted crear un momento privilegiado, agradable, propicio para la comunicación y las confidencias. ¡No olvide que su hijo está en un periodo de trastorno hormonal y que, a menudo, es muy susceptible! La forma de la discusión tendrá toda su importancia si usted desea que esta conversación se desarrolle en buenas condiciones y que su hijo reciba sus palabras sin sentirse señalado con el dedo (y a veces, incluso agredido).
« Me he dado cuenta que tenías algunos granos. Seguramente que es acné ».
Sin intentar banalizar los hechos, vea cómo se sitúa con relación a su grupo de amigos, comience la conversación para que tenga la posibilidad de compartir su vivencia: « ¿Algunos de tus amigos atraviesan también este periodo? » « ¿Habéis hablado de ello? ».
¡Está en plena pubertad! El cuerpo está en una fase de fuerte producción de hormonas (principalmente los estrógenos y la progesterona, para las chicas y la testosterona para los chicos) que favorecen el crecimiento bajo todas sus formas: los huesos y los músculos se alargan, el vello crece, los órganos sexuales también. El cuerpo se prepara para convertirse en el de un adulto. Y, entre estos cambios, la piel se hace más gruesa, los poros se obstruyen y el acné aparece.
Aproveche para saber cómo vive su hijo todos estos cambios que se operan en él. Lo que le molesta o le es desagradable. Cuáles son sus inquietudes…
Es el momento de abrir la comunicación sobre estos temas, a menudo tabús o banalizados. El objetivo es hacer comprender a su hijo que no está sólo y que encontrará en usted un apoyo si siente la necesidad de ello.
el acné es un proceso normal de su desarrollo, muy variable de un individuo a otro, que es, en efecto, desagradable pero transitorio. No se sabe cuánto tiempo durará, pero hoy se conocen las acciones correctas para controlar su aparición y sus efectos: es necesario limpiar la piel por la mañana y por la noche con un jabón adaptado y tratarla con una crema reconocida por su eficacia hidratante y anti-granos.
Propóngale acompañarle a ver a un dermatólogo, a fin de estudiar el interés de un tratamiento medicamentoso. Planee todas las opciones posibles y elija con él la estrategia más adaptada a su tipo de piel.
En conclusión, abordar este tema no es fácil, ya que nos hace entrar en la intimidad y los sentimientos de su hijo a una edad en la que él se emancipa y se individualiza. Pero es igualmente un buen medio para asegurarle que está usted ahí para ayudarle, establecer un vínculo de confianza y abrir una nueva vía de comunicación.
Su adolescente comprenderá que la paciencia y una mirada positiva sobre él mismo, serán la solución óptima para hacer frente a esta parte de él no negociable y atravesar los avatares de esta transición hacia el mundo adulto.
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