Efectivamente hay un vínculo entre el estrés y la caída del cabello, así como lo hay entre la caída del cabello y el cansancio. En el caso de la caída del cabello y el estrés, las neuronas cercanas a los folículos pilosos se activan, provocando la inflamación responsable de la pérdida de cabello. De hecho, se ha demostrado que en el cuero cabelludo las células sometidas a un estrés puntual o profundo liberan neurotransmisores (las sustancias P) que desencadenan una cascada inflamatoria aguda. Esta última tiene el efecto de inhibir y desajustar el ciclo capilar normal: el cabello pasa entonces a la fase telógena de manera prematura, lo que provoca una caída repentina y brutal entre 3 y 4 meses después de la exposición a un factor desencadenante. Se trata del efluvio telógeno agudo, más comúnmente conocido como caída del cabello ocasional o reaccional. Dura menos de 6 meses.
Nadie desarrolla un plan de ataque sin conocer antes a su oponente. Esta regla se aplica con mayor razón a la hora de querer frenar la caída del cabello tras una “liberación de estrés” y reactivar el crecimiento del cabello. No todos los tipos de estrés son iguales. Algunos pueden tener causas que conviene tratar a fondo con ayuda de un profesional de la salud. Por un lado está el estrés diario: problemas para conciliar vida laboral y vida personal, exceso de trabajo, cansancio, carga mental... Y, por otro, el estrés debido a un gran choque psicológico como puede ser la muerte de un ser querido. Ambos pueden tener un impacto desastroso en el cuero cabelludo y en el estado de salud de modo más general.
El efluvio telógeno agudo requiere un tratamiento adaptado. A nivel fisiológico, para que un folículo piloso pueda crecer sano se involucran distintas etapas de proliferación celular intensa que requieren oxígeno y una gran cantidad de nutrientes que llegan a los folículos a través de los capilares sanguíneos del cuero cabelludo.
Recurrir a un tratamiento cosmético complementario, como los suplementos alimenticios a base de vitaminas y minerales, puede ser útil para estimular la regeneración del cabello tras sufrir una caída del cabello debido al estrés. La acción de los suplementos alimenticios, que intervienen a nivel interno, puede complementarse con simples cambios en su rutina de cuidado capilar, como el uso diario de un champú y un acondicionador específicos anticaída. Además, hay que procurar no agravar la situación huyendo de las prácticas capilares agresivas como el uso intenso de alisadores, de un secador demasiado caliente o de trenzados demasiado tirantes.
Hay que tener en cuenta que se necesitan unos 6 meses para obtener los primeros resultados de regeneración capilar tras sufrir una alopecia por estrés y que el cabello puede tardar entre 12 y 18 meses en volver a su estado inicial.