Independientemente del tipo de eczema, de su localización o incluso de la edad de la persona, una crisis de eczema se presenta siempre de la misma manera más o menos. Descubramos los principales síntomas de una crisis de eczema.
Contenido
El síntoma más visible del eczema son las placas. El eczema es una enfermedad inflamatoria, caracterizada por placas rojas que a veces presentan hinchazón y están mal delimitadas, es decir con bordes no nítidos. Estas placas de eczema se asocian a una sensación de calor y a dolencias en forma de hormigueo y pruritos. La piel afectada por el eczema es foco de malestar: quema, pica, y dan ganas de rascarse.
En caso de eczema agudo, la piel suele inflamarse mucho y puede incluso supurar cuando se rompen las pequeñas vesículas que forman la placa de eczema. En estos casos se habla de eczema supurante porque las microvesículas están llenas de un líquido que se extiende por las placas. En caso de eczema crónico, es a la inversa: la piel se vuelve más gruesa y muy rugosa al tacto.
El prurito relacionado con el eczema es un fenómeno inevitable. En medio de una crisis de eczema, cuando cedemos a la picazón y no logramos controlarla, se genera una necesidad imperiosa de rascarse las placas. A menudo un afectado de eczema se representa mediante una persona rascándose.
El prurito es un síntoma del eczema que afecta a cualquier persona, incluidos los más jóvenes: un bebé afectado de eczema se rasca a su manera, frotándose la piel contra las sábanas y pataleando en la cuna. El sueño del niño y el de sus padres suele verse muy alterado.
En caso de eczema, la piel se vuelve seca en un proceso conocido como xerosis. Esta sequedad cutánea suele ser un síntoma importante del eczema, pero que tenemos tendencia a subestimar y a descuidar. Sin embargo, la xerosis debida al eczema es fuente de malestar. Provoca pruritos, es cierto que algo menos severos que los provocados por las placas de eczema, pero lo suficiente para desencadenar un reflejo de rascado y, así, una crisis de eczema en esta piel seca y frágil. Para evitarlo es fundamental hidratar la piel a diario con ayuda de una crema hidratante adaptada, denominada emoliente.
En el plano psicológico, una crisis de eczema, independientemente de su grado de severidad, puede provocar un carácter irascible y mal humor, y puede también interferir en la calidad de vida de la familia, especialmente cuando la calidad del sueño se ve afectada por las crisis de eczema.
En general, una crisis de eczema correctamente tratada dura unos días solamente, pudiendo alargarse a veces más de una semana en el caso de ciertas placas, especialmente cuando el eczema es crónico y grueso y, por tanto, más difícil de tratar. Cuanto antes se inicie el tratamiento (lo mejor es hacerlo en cuanto aparezcan los primeros signos de enrojecimientos y prurito), antes surtirá eficacia y, por ende, menos tiempo durará, evitando así en mayor medida ciertas complicaciones como las sobreinfecciones o las cicatrices.
A cada síntoma de eczema, una solución:
Como todas las enfermedades, el eczema se caracteriza por varios síntomas que permiten al médico establecer el diagnóstico y recetar los primeros tratamientos.
Los principales síntomas del eczema son las placas, el prurito y la piel seca. Sin embargo, es importante tener en cuenta que estos síntomas pueden variar ligeramente de una persona a otra. Por ejemplo, los síntomas de la dermatitis atópica en los lactantes se caracterizan por placas muy rojas y supurantes y una piel que en definitiva está poco o nada seca. Por el contrario, los síntomas de la dermatitis atópica en los niños mayores se caracterizan por placas menos rojas, pero más gruesas, y por una intensa sequedad de la piel. En cuanto al prurito, es omnipresente independientemente de la edad y el tipo de eczema.
En cualquier caso, ante una crisis de eczema, es fundamental tratarla rápidamente para mejorar el estado de la piel, la calidad del sueño y la calidad de vida en general.