En este artículo abordamos el eczema supurante, por un lado, y el eczema purulento por otro. Se trata de formas de eczema que presentan varias particularidades en cuanto a síntomas y tratamientos se refiere.
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El eczema supurante forma parte del curso normal de la enfermedad:
Estas cuatro fases suelen sucederse de forma muy rápida, por lo que el eczema supurante pasa a menudo desapercibido.
El eczema supurante guarda relación con otros síntomas del eczema y, en particular, el prurito. De hecho, el hecho de rascarse es lo que suele provocar la ruptura de las microvesículas.
El eczema supurante afecta de manera preferente a los niños menores de 2 años. Los pequeños suelen presentar placas muy rojas y supurantes en las mejillas, en la cara externa de los miembros y la barriguita.
El eczema purulento es un eczema supurante bastante peculiar en el que las placas de eczema cambian de aspecto: se cubren de líquido y luego de costras amarillentas debido a una sobreinfección bacteriana. En este caso es necesario acudir al médico.
El eczema supurante no es contagioso, ya que se trata básicamente de un eczema, esto es, una enfermedad inflamatoria crónica de la piel.
En cambio, el eczema purulento está vinculado a una sobreinfección bacteriana de la piel y, por tanto, puede transmitirse de una persona a otra si se manipulan las lesiones. Sin embargo, la contagiosidad se reduce una vez iniciado el tratamiento.
El tratamiento del eczema supurante se basa en los mismos tratamientos que el eczema atópico, es decir, las cremas con cortisona y los emolientes. Es preferible que las texturas sean ligeras para evitar la maceración.
El tratamiento del eczema purulento se basa en antisépticos y antibióticos locales y/o generales. Las cremas a base de cortisona no tienen por qué interrumpirse durante este periodo, ya que ayudan a combatir la inflamación de la piel.
Pieles muy secas con tendencia al eczema atópico
Eczema