El microbioma cutáneo es el conjunto de microorganismos que viven en la superficie de la piel y contribuyen a su buen funcionamiento. En caso de acné, se habla de disbiosis o de desequilibrio del microbioma. Esta disbiosis constituye particularmente la causa del acné inflamatorio y de su carácter crónico.
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Anteriormente conocida como Propionibacterium acnes, Cutibacterium acnes es la principal bacteria causante del acné. Es una bacteria que se encuentra en las glándulas sebáceas de todas las personas y que se presenta en diferentes formas. Cutibacterium acnes forma parte del microbioma cutáneo y ayuda a mantener su equilibrio. Se trata de una bacteria saprófita, es decir, que se alimenta de materia orgánica en descomposición, como el sebo.
En caso de acné, algunos tipos de Cutibacterium acnes desaparecen mientras que otros se vuelven predominantes. Esta pérdida de diversidad es un primer elemento a favor de la disbiosis. A su vez, otras bacterias de la familia de los estafilococos (principalmente S. epidermidis y también S. aureus) proliferan, acentuando el desequilibrio del microbioma.
Al mismo tiempo, Cutibacterium acnes ejerce una acción en las células encargadas de la producción del sebo y, por lo tanto, también influye en los fenómenos de acné retencional. Por consiguiente, el microbioma cutáneo interviene en las dos principales formas de acné, el acné inflamatorio y el acné retencional.
El desequilibrio del microbioma cutáneo va acompañado de la formación de biofilms: se trata de finas capas que aíslan las bacterias del exterior, permitiéndoles seguir creciendo y haciéndolas más resistentes a los tratamientos antibacterianos. También se ha demostrado que ciertas cepas de C. acnes pueden desempeñar su función en el grado de severidad del acné juvenil.
Por lo tanto, es esencial respetar la diversidad del microbioma cutáneo, mantenerlo, y en el caso de los pacientes con acné, utilizar productos adaptados para RESTAURARLO.
Independientemente del tratamiento que se aplique, la higiene debe ser suave, sin jabón y con un pH fisiológico, para no arriesgarse a desequilibrar en cierta medida el microbioma.
Algunos tratamientos recetados contra el acné se basan en antibióticos para luchar contra Cutibacterium acnes pero esto puede alterar aún más el microbioma cutáneo. En general, estos tratamientos no deben utilizarse por sí solos para evitar el desarrollo de resistencia y el fracaso de la terapia.
El método por excelencia consiste en utilizar ciertos activos presentes en las cremas anti-acné que limitan la formación del biofilm y/o ayudan a reequilibrar el microbioma cutáneo y, por lo tanto, a regular la aparición del acné.