En principio, el estrés es una reacción fisiológica del cuerpo en respuesta a una agresión externa. Hoy día, nuestro estilo de vida moderno hace que el estrés esté cada vez más presente en todas las etapas de nuestra vida y eso repercute en nuestra salud en general. El estrés aparece muy a menudo citado entre las causas del acné. Entre el vínculo real y la idea preconcebida, hagamos un balance sobre el acné y el estrés.
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El sistema nervioso y la piel están íntimamente ligados. En particular, la piel está atravesada por toda una red nerviosa que se activa en caso de estrés. Las neuronas liberan sustancias, como la sustancia P, a la que las glándulas sebáceas son sumamente sensibles. El resultado es una superproducción de sebo y la aparición de granos.
Como acabamos de ver, el estrés es una causa de acné. Pero cuidado: ¡una causa entre tantas otras! El acné debido al estrés a menudo obedece a múltiples motivos y hay otros factores implicados: hormonas, antecedentes familiares... ¡El acné no solo está “en la cabeza”, ¡está sobre todo en la piel!
Por el contrario, el acné es una enfermedad visible que puede generar mucho estrés: malestar a diario, miedo a la mirada de los demás, retraimiento...
Así que se pone en marcha un verdadero círculo vicioso entre el estrés y el acné: el estrés causa acné, y el acné causa estrés.
Para obtener resultados, el tratamiento contra el acné recetado por el médico debe seguirse correctamente y a diario. Hay que armarse de paciencia y no desanimarse.
Métodos como la sofrología, la hipnosis o la atención plena pueden ayudar a controlar mejor el estrés y el acné a diario. Se recomienda practicar algún deporte para liberar la tensión y relajarse. A cada persona le puede ir mejor una técnica u otra: ¡corresponde a cada uno encontrar la que le resulte más adecuada!
Pieles con tendencia acneica
Piel grasa o con tendencia acneica
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