El prurito es la sensación desagradable que lleva a la necesidad de rascarse. Todo el mundo puede tener ganas de rascarse en algún momento por diversos motivos, pero muchas personas padecen un prurito crónico, es decir, un picor que dura más de seis semanas, y a veces mucho más.
El prurito y el picor asociado afectan a la calidad de vida de los que los padecen y de su entorno cercano. Hay muchos interrogantes en torno al prurito, sobre todo en lo que se respecta a su origen. La pregunta es: ¿por qué sentimos picor? En este artículo, vamos a profundizar en las causas del prurito
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El prurito es una sensación muy común, pero las circunstancias de su aparición son extremadamente complejas y aún se desconocen en gran medida. Los mecanismos implicados dependen de la causa del prurito y en ellos intervienen al mismo tiempo las fibras nerviosas cutáneas y diversos mediadores químicos, como las citoquinas o los neurotransmisores.
Independientemente de la causa del prurito, conlleva picor y rascado, lo que a su vez fomenta el prurito y las ganas de rascarse. Es un círculo vicioso de prurito-rascado-prurito del que suele ser difícil escapar.
Las causas del prurito son muy variadas y a menudo de origen no dermatológico. En otras palabras, las causas del prurito no se ven forzosamente, lo que dificulta su diagnóstico y tratamiento.
¿Por qué nos rascamos? A continuación, presentamos un breve resumen:
En el caso del prurito dermatológico, la causa del prurito es una enfermedad de la piel. El picor viene provocado por lesiones cutáneas visibles. En esta categoría entran, por supuesto, las principales dermatosis inflamatorias crónicas, como el eczema, enfermedades menos conocidas, como el penfigoide ampolloso en las personas mayores, así como las alergias cutáneas y las dermatosis infecciosas que producen picor, como la sarna. Otros problemas cutáneos más específicos pueden ser la causa del prurito y el picor: por ejemplo, las quemaduras solares.
Detrás de este término se esconden muchas causas del prurito, muy diferentes entre sí, pero que tienen en común un origen no dermatológico y la ausencia de lesiones cutáneas. Sin embargo, a la larga pueden aparecer lesiones como resultado del rascado. El prurito sin materia puede dividirse en varias categorías en función de la causa del prurito. Así pues, el prurito sin materia engloba todos los pruritos de origen sistémico (debido a enfermedades hepáticas, renales, tiroideas, infecciones, medicación, embarazo...), los de origen psicógeno (de origen psicológico) y los de origen neurológico (debido a daños en el sistema nervioso central o periférico, o a una compresión nerviosa).
El prurito senil hace referencia al prurito que afecta específicamente a las personas de edad avanzada. La causa exacta de este prurito no se conoce con claridad, pero se sabe que ejerce un gran impacto en la calidad de vida.
Los picores durante el embarazo son muy habituales. Suelen ser benignos, debido a cambios en la piel, que se encuentra más seca, sensible y estirada en ciertas zonas. Sin embargo, hay que tener cuidado con la colestasis gravídica, una enfermedad del hígado que provoca picores al final del embarazo, una alteración del equilibrio biológico y, en ocasiones, una coloración amarilla de la piel (ictericia). La colestasis gravídica requiere una supervisión médica especial para evitar posibles complicaciones materno-fetales.
En este caso, la causa del prurito es sencillamente el agua. La persona siente prurito, pero también hormigueo, sensaciones de ardor o incluso dolor, a los pocos minutos de entrar en contacto con el agua: con la ducha, el baño, los deportes acuáticos, la lluvia, el sudor... Este fenómeno se conoce como prurito acuagénico.
Los medicamentos se encuentran entre las principales causas de prurito, pero los pacientes y los profesionales sanitarios no siempre piensan en ellos. Algunas moléculas presentan más riesgo que otras, y las hay de uso muy común, como los antibióticos o los analgésicos. Pero, ¡cuidado! Corresponde al médico decidir si se debe suspender un determinado medicamento. En general, y en el caso del prurito iatrogénico, no hay que interrumpir ni modificar ningún tratamiento por uno mismo.
Se trata de una forma particular de prurito dermatológico que aparece tras la exposición al sol. La lucitis estival benigna se presenta fundamentalmente en las mujeres jóvenes a nivel del escote y los antebrazos, mientras que la lucitis polimorfa afecta tanto a hombres como a mujeres de todas las edades, en esta ocasión a nivel de la cara.
Las causas del prurito son muy diversas y a veces resultan difíciles de identificar. En la mayoría de los casos, consultar al médico ayuda a aclarar la situación y a adaptar el tratamiento.