El prurito senil es una forma de prurito que afecta específicamente a las personas mayores. Se trata, por tanto, de un prurito relacionado con el envejecimiento y para el que no se ha encontrado ninguna otra causa. El prurito senil tiene importantes consecuencias físicas y psicológicas, tanto si la persona sigue viviendo en su casa como si reside en una institución. No hay que quitarle importancia al prurito senil, pues su impacto en la calidad de vida puede ser importante. El tratamiento del prurito senil se basa esencialmente en medidas de higiene y de cuidado, que deben aplicarse a diario para lograr un verdadero alivio.
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El prurito senil afecta a las personas mayores y forma parte de los denominados pruritos sin materia, es decir, los pruritos de origen no dermatológico, sin ninguna lesión cutánea que pueda explicarlos. A más o menos largo plazo, pueden aparecer lesiones de rascado (o prurigo), así como daños psicológicos a veces grave: ansiedad, insomnio o incluso depresión de la persona mayor que padece prurito senil.
El diagnóstico de prurito senil se establece una vez descartadas todas las demás posibles causas de prurito. Y estas otras causas son muy numerosas, sobre todo en los ancianos, que son personas frágiles, polipatológicas y polimedicadas: enfermedades dermatológicas, medicamentos, hemopatías, cáncer, insuficiencia renal crónica, neuropatía, diabetes, colestasis... En definitiva, el prurito senil implica la ausencia de todas estas causas. Se trata fundamentalmente del prurito del envejecimiento.
Para descartar las posibles causas del prurito, el médico empieza por hacer preguntas al paciente y luego realiza un examen clínico y cutáneo completo. Si durante esta primera consulta no surge nada que pueda explicar el picor, el médico recetará otros exámenes. De no encontrarse ninguna patología que provoque el prurito, lo más probable es que se trate de un caso de prurito senil. Si, por el contrario, una enfermedad puede explicar el prurito de la persona mayor, la mejor forma de eliminar o, al menos, atenuar el prurito será tratar de forma óptima dicha patología.
Por ahora se desconocen las causas exactas del prurito senil.
Pero en este caso, ¿por qué nos rascamos? Se están estudiando algunas hipótesis para explicar el prurito senil que implican ante todo el envejecimiento y la desecación de la piel, así como cambios en el sistema nervioso.
A veces hay factores agravantes asociados al prurito senil:
El tratamiento del prurito senil a veces requiere el uso de medicamentos, entre ellos los antihistamínicos o incluso los antidepresivos si hay una depresión asociada. Antes de recetar un tratamiento concreto, el médico evalúa cuidadosamente la relación beneficio-riesgo, ya que las personas mayores suelen presentar muchas comorbilidades y ya toman varios medicamentos. El médico también debe explicar a la persona mayor con prurito senil el interés de los tratamientos recetados y el beneficio esperado de cada uno.
La higiene es una cuestión importante en el prurito senil. En efecto, hay que incitar a la persona mayor a cambiar sus hábitos. Por ejemplo, es preferible darse una ducha rápida con agua tibia. También lavarse con un jabón suave, un syndet o un aceite limpiador, sin perfume y sin sustancias irritantes. Es imprescindible aclarar bien la piel y secarla con delicadeza efectuando toquecitos con una toalla suave. Además, conviene llevar las uñas cortas y ropa cómoda de algodón.
La sequedad cutánea asociada al prurito senil puede subsanarse aplicando emolientes una o varias veces al día. La presencia de activos antipruriginosos en las fórmulas permite aliviar la piel y limitar el rascado. Una buena idea es meter el frasco de crema anti-picor en la nevera para obtener una sensación de frescura y alivio, o dejarla a mano en la mesilla de noche para calmar rápidamente los picores nocturnos.