El cáncer se ha vuelto una enfermedad común. El Instituto Nacional del Cáncer (INCa) de Francia estima que en 2018 se diagnosticaron 382.000 nuevos casos(1). Todo el mundo conoce a alguien que ha tenido cáncer o que está luchando contra él. Esta enfermedad se caracteriza por su gran diversidad en los órganos afectados, los síntomas asociados, el perfil de los pacientes y los tratamientos propuestos. Estos últimos suelen ser pesados y complejos, e incluyen quimioterapia, radioterapia, terapias dirigidas e inmunoterapia. Sus efectos secundarios son numerosos; entre ellos, figura el picor derivado de los tratamientos anticancerosos.
(1) Defossez G, Le Guyader-Peyrou S, Uhry Z, Grosclaude P, Remontet L, Colonna M, et al. Estimaciones nacionales de incidencia y mortalidad por cáncer en la Francia metropolitana entre 1990 y 2018. Estudio basado en los registros de cáncer de la red Francim. Resultados preliminares. Santé publique France, 2019. 20 p.
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El picor causado por los tratamientos anticancerosos se debe a varios mecanismos. Muchos tratamientos ocasionan una intensa sequedad cutánea, que constituye una causa de prurito. Otros tratamientos son fotosensibilizantes, lo que provoca enrojecimiento e irritación de la piel, que a su vez favorecen la aparición de prurito. El prurito derivado de la quimioterapia también puede desarrollarse junto con efectos secundarios cutáneos más específicos de los tratamientos anticancerosos, como el síndrome mano-pie o la foliculitis.
La tricodinia es un caso particular de prurito que afecta al cuero cabelludo. Más concretamente, se trata de un dolor percibido en la raíz del cabello que puede presentarse desde el inicio del tratamiento anticanceroso o mucho más tarde, al producirse la caída del cabello y/o su regeneración. El dolor va acompañado de picor, hormigueo y sensaciones de ardor, que causan mucho malestar y molestias en el día a día. El mecanismo de acción que se da en la tricodinia es un aumento de la sensibilidad del cuero cabelludo asociado a una microinflamación local.
Independientemente del mecanismo implicado, el prurito inducido por los tratamientos contra el cáncer se ve agravado por una serie de factores: higiene y cuidados inadecuados, condiciones climáticas, estrés...
Cuando se padece de prurito durante el cáncer, es importante hablar con su médico de cabecera o su oncólogo. Los profesionales paramédicos, como los coordinadores de enfermería y los especialistas en socioestética, están muy presentes en los departamentos de oncología y pueden ayudar al paciente que sufre picores. ¡No hay que quitarle importancia al prurito con el pretexto de que no supone una amenaza para la vida! Es fundamental hablar con el médico, que podrá confirmar que efectivamente se trata de un prurito derivado de la quimioterapia o sugerir otra causa de ser necesario. El médico presta atención al paciente y le proporciona información sobre los buenos hábitos que hay que adoptar.
Para aliviar el prurito, se recomienda asearse con un jabón suave, un syndet o un aceite limpiador calmante, sin perfume ni sustancias nocivas. Después de la ducha, hay que aplicar una crema anti-picor. También en este caso, conviene recurrir a fórmulas minimalistas y a ingredientes que garanticen una alta tolerancia, para no generar más irritación. Para optimizar la eficacia de la crema anti-picor, se puede meter en la nevera y aplicarla todas las veces que sea necesario durante el día y/o la noche. Lo mejor es ejercer movimientos suaves y circulares, como si se tratara de un masaje. Estos pequeños momentos de relajación permiten reducir la tensión y el estrés cuidando al mismo tiempo de la piel.
En cuanto al cuero cabelludo, existen cuidados capilares adaptados a los pacientes que reciben un tratamiento contra el cáncer, principalmente champús suaves y lociones sin aclarado. Deben utilizarse desde el inicio del tratamiento y para acompañar la regeneración.
Además de los cuidados dermocosméticos, el médico a veces receta medicamentos, como los antihistamínicos. Si los síntomas cutáneos son demasiado graves, el tratamiento puede modificarse o incluso interrumpirse. Pero, ¡ojo! En ningún caso se debe modificar el tratamiento por cuenta propia, siempre hay que remitirse a las recomendaciones de su oncólogo.
La gestión del prurito derivado de los tratamientos anticancerosos abarca diversos aspectos: se basa tanto en medidas de higiene y de cuidado, como en la medicación en algunos casos, en el control de factores coadyuvantes como el estrés e, incluso, en el uso de ropa y accesorios adaptados. No hay que dudar en hablar con el personal sanitario, ya que están acostumbrados a aconsejar a los pacientes y a guiarlos durante todo el periodo de tratamiento. Desde el inicio de la terapia, es aconsejable llevar ropa holgada y cómoda de materiales suaves y naturales como el algodón, el lino o la seda. Por otro lado, usar accesorios de seda, como un pañuelo, un gorro o una funda de almohada, ayuda a limitar el prurito del cuero cabelludo.