El prurito acuagénico es una forma rara de prurito que, como su nombre indica, aparece tras el contacto con el agua. Causa muchos problemas en el día a día porque el agua está presente en todas partes. El prurito acuagénico es un tipo de prurito muy particular que altera la calidad de vida de los afectados.
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El prurito acuagénico es un prurito provocado por el agua. Aparece a los pocos minutos de que la piel entre en contacto con el agua, ya sea como consecuencia de una ducha, un baño, un chapuzón en la piscina, unas gotas de lluvia, el sudor o incluso las lágrimas. Quienes padecen prurito acuagénico sienten picor, pero también hormigueo, ardor e incluso un verdadero dolor difícil de soportar. El picor de la piel después de la ducha genera muchas molestias, y puede llegar a provocar irritabilidad y mal humor.
El prurito acuagénico aparece independientemente de la temperatura del agua, aunque algunos pacientes notan diferencias en la intensidad del prurito si el agua tiende a estar caliente o fría. El picor después de la ducha suele atenuarse en unos minutos u horas.
El prurito acuagénico no debe confundirse con la urticaria acuagénica, que es una forma particular de urticaria física en la que aparecen placas rojas y pruriginosas tras el contacto con el agua. En el prurito acuagénico no hay ninguna lesión cutánea visible.
A su vez, el prurito acuagénico es una reacción al agua, pero no es una alergia en sí misma. Las personas que lo padecen pueden beber agua con normalidad.
En la mayoría de los casos, la causa del prurito es desconocida. Se trata, por tanto, de un prurito acuagénico idiopático o aislado. Pueden influir factores internos y externos como la sequedad cutánea o el estrés.
En ocasiones, el prurito acuagénico es secundario a una hemopatía, o enfermedad de la sangre. La más conocida de estas enfermedades es la policitemia vera. Se trata de un síndrome mieloproliferativo en el que el organismo produce glóbulos rojos de forma desproporcionada e incontrolada. A veces se asocia una sobreproducción de glóbulos blancos y plaquetas. Por eso, en caso de prurito acuagénico, es importante consultar a su médico de cabecera para comprobar que no hay ninguna enfermedad sanguínea.
Cuando se trata de un prurito acuagénico derivado de una enfermedad hematológica, el fármaco recetado suele aliviar los síntomas.
Por el contrario, para el prurito acuagénico idiopático o aislado, no hay ningún tratamiento específico para gestionarlo. Se pueden probar medicamentos como los antihistamínicos, pero rara vez son eficaces.
A algunos pacientes con prurito acuagénico también se les propone hacer fototerapia, pero, una vez más, no siempre resulta eficaz. Por último, el apoyo psicológico constituye una parte esencial de la gestión.
Cuando se sufre de prurito acuagénico, lavarse puede transformarse rápidamente en una pesadilla, ya que provoca un picor importante. He aquí una serie de hábitos que conviene adoptar en el día a día: