El eczema de contacto, también llamado dermatitis de contacto o dermatitis alérgica de contacto, es una inflamación de la piel causada por una reacción alérgica al contacto, por lo general prolongado, con sustancias capaces de traspasar la piel, denominados alérgenos.
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El eczema alérgico de contacto suele describirse como un eczema de adultos, a diferencia del eczema atópico, que afecta esencialmente a los niños. ¡Pero no es tan sencillo! Tanto el eczema de contacto como el eczema atópico pueden darse por igual en adultos y niños. Los dos tipos de eczema a veces aparecen asociados: una persona con dermatitis atópica tiene más riesgo de desarrollar un eczema de contacto porque su piel ya se encuentra fragilizada y su función de barrera protectora es deficiente.
Los alérgenos implicados en el eczema de contacto son muy diversos: metales, perfumes, medicamentos aplicados sobre la piel… El eczema de contacto a una sustancia concreta se detecta realizando las pruebas de alergia denominadas « pruebas de parche ».
Todas las partes del cuerpo pueden verse afectadas por el eczema de contacto. El eczema de contacto de las manos es una de las formas más comunes porque las manos intervienen en la mayoría de nuestras actividades diarias y, por ende, corren un mayor riesgo de toparse con alérgenos. El eczema de contacto del rostro también puede producirse a raíz de la aplicación de un producto cosmético, por ejemplo.
El tratamiento del eczema de contacto se basa en la aplicación de cremas con cortisona para aliviar la inflamación hasta la desaparición de las placas y en el uso de emolientes para reparar la piel. Para evitar nuevos episodios de eczema de contacto es esencial evitar volver a entrar en contacto con el alérgeno en cuestión. Si se detecta el alérgeno en el entorno laboral, a veces puede ser necesario adaptar su puesto de trabajo o incluso cambiar de profesión.
Pieles muy secas con tendencia al eczema atópico
Eczema